Algo que admiramos poderosamente muchas mujeres de los hombres es la seguridad que soléis emanar la mayoría de vosotros; me atrevería a decir que es lo que más admiramos. Sobre todo en los periodos de nuestra vida en los que nos sentimos inestables, que suelen ser bastante más frecuentes de lo que queremos reconocer.
¿Os ha pasado que en ocasiones os pedimos que seáis más emocionales y después nos vamos con los malotes? Pero que lo hacemos a cualquier edad, eh, no solo en la adolescencia, que podría ser más entendible. Ya nos vale, si.
Yo tengo una teoría al respecto. Lo primero es que en esas ocasiones solemos encontrarnos en un momento vital en el que ni siquiera nosotras mismas sabemos lo que queremos, y lo segundo es que nos vamos con los malotes porque nos atrae la seguridad que aparentan tener. Y eso que sabemos que es tan sólo un disfraz que esconde otras cosas menos atractivas (sentimiento de inferioridad, miedos varios, etc.), pero es así, nos atrae irresistiblemente la seguridad que muestran aunque sea actuada.
Claramente una vez más hay sintonía: nuestra inseguridad patente con la misma aunque oculta de estos especímenes.
Dicho esto, la importancia de que entrenes tu seguridad personal y autoconfianza para mejorar tus relaciones, pero sobre todo por ti, resulta muy evidente. Dos por uno.
El entrenamiento consiste en conocerte bien, amarte y saber mostrarte. Con todo lo que ello implica de compromiso y valentía; un gran desafío que merece la alegría. Mi recomendación es que te trabajes las dos primeras y la tercera saldrá sola. Y el éxito al relacionarte llegará sin duda y con mucha más facilidad de lo que puedas imaginar.
Meister Eckhart, filósofo alemán, ya decía allá por el siglo XIV “Haz, exactamente, lo que harías si te sintieras más seguro.”
Así que te propongo meter en tu «caja de herramientas» estas sencillas pautas que te ayudarán a sentirte más seguro al relacionarte con otra persona:
- Mantener una posición del cuerpo firme, pero no rígida. Adopta una postura cómoda y receptiva sin olvidar que denote presencia.
- Respirar pausado y hablar lento. Esto hará que puedas elegir mucho mejor tus palabras. Podrás a la vez atender a tu cuerpo que te está dando información todo el tiempo y así tomar mejores decisiones .
- Sonreír con frecuencia. Y date permiso para gesticular «un poco», sobre todo con la cara, porque esto resulta divertido y genera confianza.
- Mostrarte natural, no finjas. Lo que le llega a la otra persona es lo que trasmites más con tu energía que con tus palabras. Cuanto más auténtico, mejor. Atiende a tu naturalidad y muéstrala.